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Caracteristicas del inconsciente


Características del inconsciente

En su funcionamiento y' aparte de otros dinamismos que explicaremos más adelante, los elementos contenidos en el inconsciente están sujetos básicamente a un modo de funcionamiento particular, que difiere notablemente del modo de funcionar del consciente y del preconsciente. Estas leyes del inconsciente, conocidas en conjunto con el nombre de proceso primario, son las siguientes:


Ausencia de cronología.

Ausencia del concepto de contradicción.

Lenguaje simbólico.

Igualdad de valores para la realidad interna y la externa o supremacía de la primera.

Predominio del principio del placer.


La ausencia de cronología significa que para el inconsciente no existe distinción alguna entre los hechos del pasado, del presente o del futuro. Todos sus contenidos están en un estado de actualidad constante. La carga energética de cualquier acontecimiento antiguo sigue actuando en el inconsciente de un modo invariable con tanta actualidad como si acabara de ocurrir.


Las situaciones que no se han liquidado por completo dentro de la mente, continúan así actuando desde el interior en todo momento, aunque se crean olvidadas ya y desvanecidas por completo. Una persona, por ejemplo, puede mostrar toda su vida una actitud hostil o vindicativa por una serie de situaciones desgraciadas vividas en la infancia y que no ha acabado de resolver en su interior.


La ausencia del concepto de contradicción significa que, como el inconsciente no se mueve por categorías lógicas, las ideas contrarias no se neutralizan mutuamente, como ocurre en el pensamiento consciente, sino que coexisten una al lado de la otra con sus respectivos significados. Así, puede muy bien ocurrir que respecto a una determinada persona existan a la vez impulsos hostiles y sentimientos de afecto y admiración.


Esto explica muchos de los casos de tendencias contradictorias que muchas personas observan, en sí mismas hacia tal persona, situación o conducta.


El inconsciente no utiliza el lenguaje verbal en la representación de sus contenidos, sino que se vale del lenguaje más primitivo de los símbolos. Esto se aprecia con mayor claridad en los sueños, en los que, en efecto, vemos cómo los impulsos y sentimientos vienen representados plásticamente por imágenes adecuadas: la agresividad de base instintiva adopta la forma de un tigre, un toro u otro animal salvaje que nos amenaza; la hostilidad hacia el prójimo, por un atracador o una batalla de guerra; el optimismo ante la vida por un espléndido paisaje o por ir conduciendo un coche de extraordinaria potencia, etc.


Para el inconsciente los hechos son reales en la medida que existen en su interior. Si deseo pegar a alguien, el inconsciente lo registra como si ya estuviera pegándole; si temo que me critiquen el inconsciente vive ya la crítica como una realidad. Y si el miedo de ser criticado es muy intenso –esto es, si tiene mucha carga energética –:–' aunque reciba del exterior seguridades de que no se producirán estas críticas, aún continuará prevaleciendo en el inconsciente por algún tiempo la presencia de dicha sensación. Así, por ejemplo, una persona que ha deseado perjudicar a otra, pero sin llegar a hacer nada en realidad, se sentirá interiormente culpable si le llega a ocurrir algún percance a dicha persona, aun cuando ella no tenga absolutamente nada que ver en tal percance; su inconsciente había registrado como real el perjuicio deseado e irracionalmente –inconscientemente– se sentirá responsable de cualquier daño efectivo que aquella persona pueda recibir.


El predominio del principio del placer significa que, como en el inconsciente no existe ningún tipo de censura moral, los impulsos tienden a expresarse y a buscar su satisfacción de un modo directo, inmediato, sin preocuparse de los resultados que puedan derivarse de talo cual acción. Este es el modo natural de actuar del inconsciente y por esta razón nadie ha de perturbarse por el hecho de que sienta en su interior impulsos y tendencias muy primitivas o inmorales. Pero, evidentemente, esto no quiere decir que se deba ver en ello una justificación para ninguna acción indebida. Si los impulsos del inconsciente tienden por su naturaleza a la satisfacción indiscriminada de sus exigencias, hay por otra parte en el hombre una fuerte exigencia ética, procedente de los niveles de su superconsciente, y una formación moral concreta, adquirida por la mente consciente del mundo cultural que le rodea.


Otra característica del inconsciente es que en un momento dado la energía que estaba asociada inicialmente a una situación concreta, determinada, puede desprenderse de la imagen de dicha situación y proyectarse hacia otra situación que circunstancialmente se esté viviendo, en este momento. Gracias a esta posibilidad se pueden resolver a veces fuertes tensiones interiores mediante los mecanismos de derivación y sublimación.


LINA ESCOBAR COACH DE VIDA

CEL: 3014177902


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