ELOGIO A LA LENTITUD
- CARL HONORÉ
- 28 jun 2016
- 2 Min. de lectura


Creo que vivir deprisa no es vivir, es sobrevivir. Nuestra cultura nos inculca el miedo a perder el tiempo, pero la paradoja es que la aceleración nos hace desperdiciar la vida.”
“Hoy todo el mundo sufre la ENFERMEDAD DEL TIEMPO: la creencia obsesiva de que el tiempo se aleja y debes pedalear cada vez más rápido”
“La velocidad es una manera de no enfrentarse a lo que le pasa a tu cuerpo y a tu mente, de evitar las preguntas importantes…
Viajamos constantemente por el carril rápido, cargados de emociones,de adrenalina, de estímulos, y eso hace que no tengamos nunca el tiempo y la tranquilidad que necesitamos para reflexionar y preguntarnos qué es lo realmente importante.”
“La lentitud nos permite ser más creativos en el trabajo, tener más salud y poder conectarnos con el placer y los otros”
“A menudo, TRABAJAR MENOS significa trabajar mejor.
Pero más allá del gran debate sobre la productividad se encuentra la pregunta probablemente más importante de todas: ¿PARA QUÉ ES LA VIDA?
“Hay que plantearse muy seriamente
A QUÉ DEDICAMOS NUESTRO TIEMPO.
Nadie en su lecho de muerte piensa: “Ojalá que hubiera pasado más tiempo en la oficina o viendo la tele”, y, sin embargo, son las cosas que más tiempo consumen en la vida de la gente.”
NO ES MALO SER LENTO:
No es tan mala la lentitud si no es exagerada.
Ser lento no quiere decir que uno sea poco eficaz ni poco inteligente. Hay gente algo lenta pero que son personas muy sabias, ponderadas, tranquilas de espíritu, que conservan la paz, y saben mantenerse siempre serenas, sin angustias ni estrés. Por algo en determinadas culturas, distintas de la nuestra, celebran la sabiduría de la tortuga y la tienen como símbolo del buen proceder, imagen de la persona que sabe trabajar bien, y que llega lejos con pasos firmes y seguros. Muchas personas que parecen lentas son reflexivas, pacientes, tranquilas, serenas y autoexigentes en la perfección y terminación de sus trabajos. Al contrario, no nos fiamos de la calidad de una tarea que hemos visto realizada a la rápida, sin precisión, en forma precipitada y acelerada.
Tenemos que aprender de la tortuga.
Nos estamos matando por culpa de las prisas, y estamos perdiendo nuestra paz y la calidad de nuestra convivencia. Así no llegaremos muy lejos, pues nos agotaremos y extenuaremos antes de alcanzar la meta.
Por culpa de las prisas vivimos mal y no rendimos más ni mejor; por culpa de las prisas las personas llegamos a olvidar nuestra convivencia, y cuando nos encontramos unos con otros, no faltan ocasiones en que más nos ladramos que nos hablamos.
Amar nuestro ritmo es amarnos, si eres lento ama tu lentitud.
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